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09
Dic
2016
Gran Hermano 17 (GH 17): Expulsión Alain; Miguel recupera su ciempiés; y el programa consigue su peor audiencia histórica PDF Imprimir E-mail
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Gran Hermano se marca una gala soporífera para alargar aún más la agonía

A veces me da la impresión de que la productora, harta de que la cadena haga y deshaga a su antojo, está intentando matar su propio formato, tal vez para así poder vendérselo a otra cadena que lo trate con un mínimo de respeto. Y es que sólo así se entiende lo ocurrido anoche: sabiendo que la espada de Damócles pendía sobre sus cabezas, que en la cadena estaban muy enfadados con la evolución del programa tras la salida de Adara, y que algunas voces habían hablado incluso de cancelar el VIP antes de su comienzo, Gran Hermano se marcó una gala absolutamente soporífera en la que lo más destacado fue lo que todo el mundo esperaba, es decir, la salida de Alain como quinto finalista.

Pero además, la productora decidía alargar la agonía anunciando para el jueves que viene, no la final, sino una semifinal totalmente prescindible en la que los tres finalistas se enfrenten a los “juicios” de Gran Hermano. Así, todo apunta a que la final será, si no hay cambios, el próximo domingo, aunque está en duda si el presentador será el titular, ya que Jorge inicia el próximo viernes la gira de su obra de teatro, que, por cierto, tiene función ese mismo domingo.

De tal forma, tendremos una recta final a la antigua usanza, con expulsión en cada gala, lo que nos hace preguntarnos el porqué de acabar con las nominaciones justo cuando iban a comenzar a favorecer al grupo minoritario, si la intención era ésta desde un principio.

Y, como resultado de la concatenación de factores, anoche el programa se marcaba el peor share de toda la edición, un 16,5%, y la peor audiencia de toda la historia del formato, con menos de 1.900.000 espectadores, y es que es normal: si se marcan una gala con contenido similar a un Debate, tienen una audiencia como un Debate.

Para los amantes de las estadísticas, hay que viajar hasta GH 15, en concreto a la expulsión de Paco, para encontrar un share más bajo que el de la gala de anoche, en concreto un 14,2%, en una noche en la que competía con el estreno de “A todo gas 5” y el Chester de Pablo Iglesias. Esa gala también tenía hasta anoche el honor de ser la menos vista de la historia, con 1.955.000 espectadores, casi cien mil más que los que anoche conectaron con la casa.

Hablaba hace un rato de la concatenación de factores que nos han llevado hasta este punto, que son una edición que no ha enganchado con la audiencia en ningún momento; una Gala 1 profundamente aburrida; un presentador que no ha sabido (y es una pena, porque, conforme ha pasado el tiempo ha ido despertando) transmitir todo lo que debe representar el programa; un casting plano y de agencia que ha dejado una edición totalmente impostada desde la primera semana; una mecánica que, cuando podía haber sido la más sorprendente de los últimos años, se ha quedado en una forma de favorecer descaradamente al grupo mayoritario, incluso cuando la audiencia no estaba con ellos; el macropuente, que ha mandado de vacaciones a toda la programación televisiva de la semana; el hundimiento de la imagen pública de la cadena donde se emite; y para rematar, la salida de la gran favorita para, al menos, la mitad de la audiencia, a tres semanas del final, y en una votación, cuando menos, controvertida (la expulsó el mismo Alain que ha sido primer expulsado de la final).

Y es que la clave es precisamente ese último dato: el barbadarismo ha desconectado por completo de esta edición, no ya buscando hastags, o votando por otro candidato, sino, literalmente, apagando la tele y cambiando de canal. Así se entiende por qué el programa se ha dejado la mitad de audiencia en una semana. Esta edición, para bien o para mal, terminó, para muchos, el pasado jueves con la salida de las dos grandes protagonistas de la casa, y su entrevista en el plató, y ese mismo público no volverá a conectar hasta, al menos, el inicio del VIP.

De nada sirve que anoche, conscientes de haber metido la pata hasta el corvejón, el programa intentase vender a Meri como la nueva Adara (incluso repitiendo las mismas frases), la decisión de la audiencia ya está tomada, y ésta es no ver el programa hasta que termine, con la más que clara victoria de Bea.

Así las cosas, la gala de anoche nos dejó a los cuatro semifinalistas abriendo sus regalos de Navidad, y a un Miguel obligado a improvisar una nueva historia con un ciempiés como protagonista. El concursante, que sigue demostrando ser el que mejor controla los tiempos televisivos, se tomó su tiempo, entre lágrimas, para montar una historia de su infancia en la que el juguete era el protagonista (desde aquí propongo al programa que tire por ese camino. Jugar con Miguel ayudándole en su papel para ver hasta dónde está dispuesto a llegar). Miguel, por cierto, podría haber quedado al descubierto en la noche de ayer, pero el programa decidió protegerlo no emitiendo dentro de la casa las partes más controvertidas de su casting (aquello de retorcer las parejas, por ejemplo).

De tal forma, nos queda algo más de una semana (si la cadena no decide otra cosa, y viendo las audiencias, es muy probable) antes de la final, una semana en la que viviremos los DBT de Oro, los “juicios finales” de los tres finalistas, y la gran final, que encumbrará a Bea como (tal vez, última) ganadora de Gran Hermano España.

 

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