26
Nov
2018
Recuperan el estanque de La Vaguada para convertirlo en museo efímero del agua Imprimir
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Foto cedida por Ayuntamiento de MadridDos nuevas propuestas de Imagina Madrid

Pocas veces nos detenemos a escuchar un barrio: sus vecinos y vecinas pueden contarnos las historias que recuerdan, pero también su entorno, las calles y sus nombres, los árboles, los pájaros que albergan, el suelo, sus escombros, las marcas que deja el agua en su discurrir o los caminantes al pasear… Todo ello nos desvela el relato de un barrio y de su ecosistema, invisibles y desconocidos para la mayoría.

Hacer ese paseo a través del sonido desde Carabanchel y hasta Madrid Río es lo que propone ‘Paraíso (in)habitado’, el nuevo espacio recuperado para la ciudad de Imagina Madrid, el programa de espacios públicos del área de Cultura y Deportes. Desde este viernes y hasta final de 2018, los madrileños y madrileñas podrán recorrer la historia y memoria del barrio de San Isidro a través de diferentes sonidos.

A ‘Paraíso (in)habitado’ se suma esta semana el estreno un de un nuevo espacio en el que ha actuado este programa que sitúa a Madrid a la altura de la tendencia internacional en paisaje urbano, que protagonizó la pasada Bienal de Venecia. Se trata de ‘Los Descensos’, una intervención artística que transforma un estanque sin uso en La Vaguada en un espacio donde el vapor de agua y luz nos invitan a reflexionar y conocer los datos de los recursos hidrográficos de la Comunidad de Madrid, su consumo y el estado de contaminación de los mismos.

Con estos dos nuevos proyectos artísticos de paisaje urbano Imagina Madrid continúa como referencia de esta tendencia en alza en las capitales europeas que en la ciudad de Madrid ha trabajado ya en nueve espacios urbanos. Cada una de las intervenciones se realiza haciendo un trabajo conjunto entre artistas y arquitectos, seleccionados a través de una convocatoria pública por un jurado de expertos, y los vecinos y vecinas de cada uno de los barrios.

Paraíso inhabitado

Una serie de instalaciones artísticas configuran el itinerario propuesto, que comienza en Madrid Río y termina en el mirador del Parque de San Isidro, un lugar especial en el que detener el tiempo para observar y escuchar.

Escuchaderas, topófonos, periscopios y telescopios son algunas de las instalaciones que se encuentran repartidas a lo largo del recorrido, guiando nuestros sentidos hacia aquello en lo que pocas veces reparan nuestros ojos y oídos. En el ajetreo cotidiano, estos artefactos permiten jugar y acercar lo lejano, ver lo invisible y escuchar lo silenciado y pretenden provocar nuevas formas de imaginar y experimentar nuestra relación con los otros y con la biosfera.

Durante varios meses el proyecto ‘Paraíso (in)habitado’ ha trabajado en los alrededores de un solar abandonado, con entrada al Parque de San Isidro y situado frente a la Biblioteca Ana María Matute, escuchando en su sentido más amplio: recuperando historias, recuerdos y canciones; paseando el barrio junto con expertos en ecología urbana y artistas sonoros como Mikel R. Nieto, José Luis Espejo o Cuidadoras de Sonidos, o dibujando con grupos de escolares que traían a las sesiones cuentos e historias narradas por sus mayores. Ahora, y hasta finales de año, el equipo de artistas formado por Ana Cristina Herreros, Daniel Tornero, Malú Cayetano y Amelie Aranguren del colectivo Campo Adentro, quieren poblar el solar con las voces y la memoria de la gente que habita en este barrio.

‘Los descensos´

Aquel que se aventure a entrar en el seco estanque de La Vaguada durante estos días y hasta el final de 2018 se verá envuelto en una nube de agua que cambia de color e intensidad. Reflejos rosados que cambian de graduación, a la vez que aumenta y disminuye una nube de agua vaporizada, envuelven al espectador en una experiencia multisensorial mientras recorre el fondo del estanque, seco y agrietado, por donde una vez se escapó el agua que lo llenaba.

Obra del colectivo de C+ Arquitectos, Nerea Calvillo y Marina Fernández, las artistas han creado una serie de piezas que traducen en tiempo real los datos sobre los recursos hídricos de la Comunidad de Madrid, el estado de los embalses que nutren de agua a la ciudad o las condiciones de salubridad de las aguas que fluyen en sus ríos.

Con un total de cuatro intervenciones, cada una de ellas relacionada con un descenso que muestra los vínculos antiguos y actuales con el agua, Los Descensos invita a la reflexión sobre el valor medioambiental del agua, sus límites y disponibilidad.

De El Villar a Pedrezuela

El primero de estos descensos del agua hace referencia a los cuatro principales embalses de la sierra madrileña que abastecen el barrio del Pilar: El Villar, El Atazar, El Vado y Pedrezuela. Cuando la tarde caiga sobre el estanque, unas guirnaldas de colores se encenderán o apagarán en función del nivel de agua registrado en dichos embalses. Estos datos, facilitados en tiempo real por el Canal Isabel II, determinarán que las luces se desactiven si el nivel de los pantanos desciende, como una alarma silenciosa.

El segundo descenso representa el viaje de bajada del río Jarama desde el embalse del Vado hasta Madrid. Cuando el río lleve caudal suficiente unos nebulizadores se activarán distribuyendo vapor de agua por todo el ambiente y, como en el caso anterior, la densidad de la nube de vapor traduce en tiempo real el caudal del río, apagándose en caso de riesgo de sequía. Los datos sobre el caudal de agua del río Jarama se extraen de la web de la Confederación Hidrográfica del Tajo SAIH.

La tercera intervención consiste en una rampa que cumple también funciones de grada y escalera. Para construirla se han reutilizado maderas provenientes de infraestructuras ciudadanas de varias plazas de Madrid y en su decoración han participado los miembros del Enredadero. Los patrones decorativos se inspiran en las escamas de los peces que habitan los ríos que abastecen al Barrio del Pilar y cuyos hábitats suelen estar contaminados por la acción humana.

Por último, las creadoras han querido dejar también constancia del descenso del agua a través de las grietas que terminó por vaciar el estanque de La Vaguada resaltándolas con esmaltes brillantes. La pérdida es convertida así en un motivo para la reinvención del estanque a través del arte.