12
Oct
2019
Los españoles, a favor del matrimonio gay, la eutanasia, los vientres de alquiler y el aborto Imprimir
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Foto cedida por BBVASegún una encuesta de valores y actitudes en Europa

La Fundación BBVA ha presentado el segundo módulo de su Estudio Europeo de Valores 2019. El trabajo considera valores y actitudes de la sociedad de cinco estados europeos (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España). Tras un primer módulo referido al ámbito público (política, economía, medios, confianza), se presenta el segundo, que analiza aspectos de la esfera privada (religión, ética, prácticas objeto de controversia moral).

El objeto del estudio es captar un amplio conjunto de preferencias, valores y creencias que contribuyen a orientar la conducta individual en numerosas facetas de los ámbitos público y privado, así como las relaciones entre ambos dominios. Los valores y los intangibles de ambas esferas interactúan y constituyen un conjunto que funciona como una especie de “GPS cognitivo, normativo y emocional” para la orientación en la toma de decisiones personales en cuestiones y contextos complejos acerca de los cuales los individuos cuentan con información escasa: ayudan a identificar “lo bueno” (lo que es valioso) y “lo correcto” (qué clase de comportamientos individuales e institucionales son obligatorios, permitidos o “prohibidos”). El mapa de los “intangibles” culturales los valores y las actitudes resultante es bastante estable en sus contornos principales, viéndose afectado o modificado en la población adulta como consecuencia de eventos de perfil excepcional (crisis) o de nuevas informaciones de singular relevancia, visibilidad y difusión.

El análisis comparado de estos valores y actitudes que se realiza en el estudio identifica los puntos en común y las diferencias entre esas cinco sociedades, así como en el seno de cada una de ellas, atendiendo a factores sociodemográficos y culturales: la edad, el género, el nivel de estudios y el autoposicionamiento ideológico.

Respecto a la esfera pública, cuyas principales conclusiones fueron presentadas el pasado mes de septiembre, los europeos muestran un interés medio-bajo sobre los temas políticos, con un modesto nivel de participación y de seguimiento de la información. Algo que contrasta con un alto nivel de expectativa sobre el papel y funciones del Estado, las clásicas del Estado de bienestar, y también algunas ligadas al mercado, como precios, salarios y beneficios. Predomina en todos los países la confianza tanto en las principales instituciones como en gran parte de los colectivos profesionales, entre los que destacan médicos, maestros, científicos e ingenieros. Esa confianza se extiende también a los profesionales vinculados a la administración pública –policías, jueces, militares y funcionarios–, pero no así a las élites políticas, encargadas de dirigir ese aparato administrativo.

Los valores de las esferas pública y privada están conectados y ofrecen al individuo un instrumento para afrontar la complejidad de la realidad a la que se enfrenta con un mapa de valores estable, aunque no exento de flexibilidad en su aplicación.

Para analizar la esfera privada se incorpora, como posible factor determinante de la opinión, la pertenencia a una religión o religiosidad.

La religión sigue teniendo vigencia en el conjunto de los países, con la excepción de Francia, aunque circunscrita al espacio personal; si bien ha perdido influencia tanto en la observación de sus preceptos como en su práctica, algo que se puede apreciar en el distanciamiento que se ha producido entre la postura oficial de la Iglesia y las preferencias sobre cuestiones de controversia moral.

La mayoría de los europeos sigue declarando que pertenece a una religión (un 60% en España) y, salvo en Francia, son mayoría los que creen en Dios. El nivel de religiosidad declarado, salvo en Italia, es medio o bajo (4,3 sobre 10 en España frente al 5,7 de Italia), y solo una minoría (un tercio en el caso de los españoles), afirma que reza al menos una vez por semana. En España el nivel de religiosidad es mayor entre mujeres, personas mayores de 65 años y aquellos que se auto ubican en la derecha.

Se reconoce la contribución positiva de la religión al impulso del arte y de la cultura; en menor medida a la protección de los más débiles, a la reducción de la desigualdad y de la pobreza, y a la ética, y mayoritariamente se considera que ha contribuido poco o nada al impulso de la democracia y la ciencia, y a la protección de la naturaleza. Además, la religión es vista por la mayoría más como fuente de conflicto que de paz.

El estudio pide a los ciudadanos europeos que se posicionen sobre distintas cuestiones que pueden suscitar controversia. Una de ellas es el aborto, que se acepta en todos los países con una variación que va del 7,5 sobre 10 de Francia al 5,3 de Italia. En el caso de España, existen diferencias entre segmentos sociales, y persiste el rechazo al aborto entre los mayores de 65 años, las personas con menor nivel de estudios, quienes se ubican en el centro político y la derecha y quienes declaran una religiosidad media o alta.

Si se profundiza en la cuestión, más allá de la aprobación general de esta práctica, la consideración del embrión es un elemento que marca diferencias en todos los países, con alta aceptación del aborto entre quienes consideran que el embrión no es más que un conjunto de células y el más bajo nivel de aceptación entre quienes consideran que tiene la misma condición moral que una persona. La primera opción se da más en Francia, Reino Unido y España, mientras que en Alemania e Italia hay más división de opiniones y porcentajes significativos de personas que atribuyen al embrión la condición moral de una persona o más cercana a ello que a la de un mero conjunto de células.

Las respuestas varían también al plantear distintos supuestos: existe amplio consenso en la aceptación en caso de peligro grave de salud para la madre, violación y malformaciones en el feto, pero la aceptación baja en todos los países hasta 30 puntos si se plantea como única condición la decisión de la madre.

La eutanasia, entendida como el proceso de acelerar la muerte con ayuda médica a enfermos en la fase terminal de una enfermedad incurable y que han expresado su voluntad de no seguir viviendo, es aceptada mayoritariamente en todos los países y entre todos los segmentos sociales, una aceptación que ha crecido en todos los países desde 2012.

El matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas homosexuales son aceptados por la mayoría, excepto en Italia, incluso entre quienes se declaran religiosos, y solo el grupo de los mayores de 65 años rechaza estas prácticas.

Con una visión temporal más amplia se aprecia la evolución de los europeos en los últimos siete años respecto a cuestiones que generan controversia moral: Italia y Alemania han pasado de rechazar a aceptar el aborto; Reino Unido y Alemania ahora aceptan el matrimonio homosexual, y en todos los países, con la excepción de Italia, –en 2012 solo ocurría en España– se acepta ya la adopción por parte de parejas homosexuales y la posibilidad de que conciban hijos recurriendo a técnicas de reproducción asistida. En cambio, se mantiene el rechazo a la infidelidad que, sin llegar a admitirse, tiene el mayor nivel de aceptación en Italia.

La mayoría de los europeos (el 70% en España) no abraza posiciones relativistas, ya que están de acuerdo en que existen principios éticos que distinguen lo que está bien de lo que está mal. Esto no impide que, al plantear la aplicación de esos principios morales, la mayoría son partidarios de la flexibilidad y de tener en cuenta las circunstancias del momento, aunque este punto suscita mayor división de opiniones en Alemania e Italia.

La percepción sobre la situación de las mujeres concita un alto grado de consenso en todos los países y segmentos sociales, que consideran que la mujer, y no el hombre, es la víctima principal del maltrato en el seno de las parejas, y que el acoso sexual y la discriminación son prácticas ampliamente extendidas. Este amplio acuerdo mayoritario refleja que se trata de uno de los grandes desafíos sociales de nuestro tiempo que ha de ser abordado en todas sus facetas y desde todos los ángulos.

En las relaciones interpersonales, la familia y los amigos siguen siendo el principal núcleo de confianza interpersonal. Existe una confianza moderada en otras personas (un 5,2 sobre 10 en España), que es compatible con la percepción predominante (el 65% en España) de que la mayoría de las personas mira solo por sus intereses.

El ideal de vida en pareja ha perdido vigencia. En España, Reino Unido y Alemania, la mayoría de los ciudadanos no creen que para ser feliz sea necesario vivir en pareja ni que la realización personal dependa de tener hijos. Y en contra del estereotipo del pasado, dentro de esa tendencia, en todos los países son los hombres los que más vinculan la felicidad con la vida en pareja.

Al valorar los factores que más influyen para alcanzar una buena posición social, los europeos coinciden en destacar el esfuerzo, la formación y los contactos personales, pero los españoles se distinguen por dar mayor importancia que los ciudadanos de otros países a los contactos políticos –un 62% considera que es un factor muy o bastante importante, frente al 38% de Alemania– o a las políticas de los gobiernos.

La percepción que tienen los europeos de su propia vida actualmente ofrece el nivel más alto de satisfacción de los últimos diez años (7,2 sobre 10) con los españoles a la cabeza (7,6). Además, se consideran personas libres de condicionamientos externos, ya que afirman de tener el control de sus vidas, pero mientras en España esa percepción de autonomía ha mejorado, alcanzando un 7,4, en Reino Unido o Italia ha retrocedido desde 2012 quedándose en un 6,7.