07
Ago
2018
Telecinco recuerda esta noche los crímenes del “asesino de la Baraja” que atemorizaron a la Zona Este hace quince años Imprimir
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Dos de los asesinatos de Alfredo Galán se produjeron en Alcalá y Arganda

Enero de 2013. Un militar recién llegado de Bosnia se convierte en el hombre más buscado del país. El motivo, seis asesinatos y tres tentativas en menos de tres meses y un símbolo que le convertirá en el “serial killer” más famoso de la historia criminal española desde el mítico “Arropiero”. Así comenzaba la historia del “asesino de la Baraja” que aterrorizó Madrid hace quince años, y cuya historia recuerda esta noche Telecinco en su nuevo programa de sucesos.

Así, “Hechos Reales” repasará los crímenes de Alfredo Galán, alguno de los cuales se produjo en plena Zona Este, en concreto, en las localidades de Alcalá y Arganda, zona que conocía muy bien, pues vivía en la localidad de Villalbilla.

Pero su historia comienza en el centro de Madrid, en concreto en la calle Alonso Cano del distrito de Chamberí de la capital, donde había llegado siguiendo con el coche a una cartera. Allí mata de un disparo en la cabeza al portero del edificio situado en el número 89, un hombre de 50 años llamado Juan Francisco Ledesma, a las once y media de la mañana del 24 de enero, y además lo hace en presencia de su hijo de dos años.

La escalada criminal no ha hecho más que empezar: el cinco de febrero, doce días después del primer asesinato, mata por la espalda a un limpiador del Aeropuerto de Barajas mientras espera el autobús en una marquesina de Alameda de Osuna a las cuatro de la madrugada. Se trata de Juan Carlos Martín Estacio, cuyo cadáver será encontrado una hora después por un conductor de autobús. Junto al cuerpo del joven de 28 años aparece el símbolo que dará nombre al asesino: un As de Copas de la baraja española.

Doce horas después de matar a Estacio, Galán se traslada a una Alcalá de Henares que conoce muy bien, pues no en vano llegó a ser Cabo Primero del Regimiento de Paracaidistas de la ciudad, y lo hace para provocar una masacre en el Bar Rojas de la calle Río Alberche. Sin mediar palabra, Galán entra en el local y dispara en la cabeza al camarero, Mikel Jiménez, de 18 años matándolo en el acto. A continuación se gira hacia una vecina que está hablando por teléfono, Juana Dolores Uclés, de 57 años, y le descerraja un tiro que acaba con su vida de forma instantánea. Los asesinatos del Bar Rojas podrían haber sido tres, pero la dueña del bar y madre de Mikel, Mayte Sánchez, de 38 años, lograba salvarse tras quedar inconsciente al recibir tres disparos mientras estaba tirada en el suelo del bar.

Tras los dos crímenes del 5 de febrero, Galán no volverá a actuar hasta el 7 de marzo, y lo hará en la localidad de Tres Cantos. Allí se acerca a las dos y media de la madrugada a una pareja de ecuatorianos que conversan en la Avenida de Viñuelas, Santiago Eduardo Salas, de 28 años, y Anahid Castillo, de 26. El asesino dispara en la cabeza a Santiago, hiriéndole en la mejilla y dándole por muerto, pero al girarse hacia su amiga, el arma, una Tokarev comprada en Bosnia que será el arma de todos los asesinatos, se encasquilla, provocando la huída de Galán. Eso sí, el asesino firma el crimen dejando un Dos de Copas junto al cuerpo de Santiago.

El quinto y último crímen de la Baraja se producirá en Arganda el 18 de marzo. Ese día, a las nueve menos diez de la noche, se acerca a un hombre que camina solo por un descampado de la Avenida del Ejército, pero al ver que se esconde tras unos matorrales cambia de objetivo. Galán ve a una pareja de rumanos de cuarenta años y se acerca a ellos, disparando en la cabeza a Gheorghe Magda; y descerrajando dos tiros a Diona Elisabeth Magda, que la dejan muy malherida y provocan su muerte dos horas después. Galán abandona la escena del crímen dejando un Tres y un Cuatro de Copas.

Tras este asesinato, el “asesino de la Baraja” deja de actuar (según confesaba Galán, porque el calor haría difícil llevar guantes para no dejar huellas), y decide entregarse el 3 de julio en la comisaría de Puertollano. Galán, muy borracho, se entrega porque, afirma, si no no le iban a pillar, y da datos que confirman que es el asesino más buscado del país.

Ese verano la Policía busca desesperadamente el arma en los vertederos de Extremadura, pero la Tokarev jamás aparece. Además, Galán se desdice de su inculpación pocos meses después. El juicio se celebra en 2005, y termina con una condena a 142 años y tres meses de cárcel por un delito de allanamiento de morada, seis asesinatos consumados y tres en grado de tentativa, por los que Galán cumplirá condena en la prisión de Soto del Real hasta, al menos, 2023.