17
Jul
2013
Campamento de Verano: nominados Carmen Bazán y Lucía Etxebarría, La Fábrica paga la novatada, y Lucía Etxebarría escribe su testamento Imprimir
Los Blogs del Telescopio - El Choniblog
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Gala sin ritmo, repleta de fallos de todo tipo y con dos presentadores sin la menor química para el estreno de la productora en el mundo del reality

Pocas cosas hay en el mundo más relativas que la televisión. Si hace tan sólo una semana la final de El Número Uno se convertía, por derecho, en el peor programa jamás realizado en una cadena nacional, hoy hay que decir que su producción estaba a la altura de Hollywood en comparación con el formato del verano de Telecinco.

Por aquello de que no me llaméis mala (al menos, no de momento), estoy dispuesta a considerar que las razones de lo ocurrido en Campamento de Verano hay que encontrarlas en la falta de experiencia de la productora en el proceloso mundo del reality, y que se irán puliendo a lo largo de las semanas. Y es que hubo fallos de todo tipo y para todos los gustos: vídeos erróneos, un retorno que hacía imposible seguir la gala, una iluminación bastante deficiente, una realización poco elaborada, y, para terminar, un guión totalmente inexistente. Como resultado, el programa peor realizado de lo que llevamos de temporada (y mira que había candidatos, sobre todo entre los talent musicales) y una gala de presentación tediosa, aburrida y totalmente insulsa. El gran problema está en que sólo duro cincuenta y cinco minutos, muy lejos de las cuatro horas que durará el jueves y que, o se ponen las pilas con el guión, o serán insufribles.

Insisto en que la productora ha pagado la novatada, y lo ha hecho a lo grande, teniendo que expulsar el próximo jueves (salvo sorpresa que le quite toda la credibilidad al formato) a uno de los dos principales pilares en que pensaban basar el juego: Carmen Bazán o Lucía Etxebarría. El programa se guardó estos dos nombres como los grandes fichajes del concurso (luego hablo de Carmen), y se le ocurrió la genial idea de que entrasen por separado al resto del grupo. En este mismo blog ya he hablado de la importancia extrema que tienen los primeros minutos de convivencia en un reality, ya que son capaces de fijar, para bien o para mal, las expectativas de todos con respecto a los demás. Así le ocurrió a Gran Hermano 5, que sacó a Aida por la puerta por no querer presentarla como una más, perdiéndonos la posibilidad de vivir una historia totalmente distinta.

En este caso, el programa ha llevado juntitos a diez concursantes, y por separado a otros dos, con la consecuente nominación de las dos recién llegadas. Si a ésto le sumamos que debemos haber vivido cerca de veinte realitys de famosos, y todos, tanto los de dentro como los de fuera, sabemos que no es más que un concurso de popularidad, en el que hay que deshacerse de los más mediáticos enfrentándolos entre ellos, para tener alguna posibilidad de victoria, aparece la solución a lo que pasó en esta primera gala. Ahora Carmen o Lucía saldrán del campamento tan sólo dos días después de entrar, cerrando la puerta a toda la polémica exterior que se pretendía conseguir con el juego.

Y es que, desde que el rumor de que Lucía Etxebarría era una de las concursantes comenzó a moverse, el terremoto provocado en el mundo de la cultura ha sido de órdago. Tanto es así que, viendo la repercusión que estaba teniendo la simple posibilidad de que entrase dentro del programa, Lucía dejó escrito un testamento literario que se publicó justo tras su entrada en el concurso. Testamento en el que la escritora define el programa como “basura sensacionalista”, si bien explica, con total sinceridad las razones por las que entra: pagar la deuda con Hacienda. Tanto es así que, por primera vez, al menos públicamente, un concursante tiene fecha de caducidad: Lucía debe permanecer en el juego tres semanas para conseguir el dinero que necesita, luego podrá marcharse. Y es que la entrada de la autora ya ha sido una total revolución en el formato: denunciando, en directo y sin cortarse un pelo, el trato de favor a Carmen Bazán en la elección de compañeros de habitación. La fina ironía de la vasca será, espero que por mucho tiempo, un, cuanto menos, curioso aliciente para ver el programa (a menos que haga chistecitos como los que publicó cuando estalló el tema Argi). En cualquier caso, Lucía, que ya ha dicho que no tiene la menor intención de acatar la disciplina pseudomilitar del sargento Alonso (¡madre mía, cómo está el ejército!), y lo demostraba llevando una camiseta sobre la sanidad pública en lugar del uniforme de scout.

El otro aliciente para ver el programa llegaba por casualidad, y su fichaje se cerraba ayer mismo por la tarde. Os cuento toda la historia: tras descubrir las condiciones del concurso, Eloisa Bercero, la diseñadora de modas que iba a entrar en el juego, decidía dar marcha atrás, y la productora no tuvo más remedio que, durante la misma emisión de Sálvame, buscar una sustituta. La primera candidata fue la conocidísima (desde el viernes pasado) novia de Amador, Kelly More, si bien su representante y el programa no llegaron a un acuerdo. La segunda opción, también de calado, sí dijo si a entrar: Carmen Bazán, la abuela de Andreíta, matriarca de los Janeiro y suegra de la Esteban se convertía en el fichaje estrella del programa, aunque ella no se enteraba hasta la emisión de Sálvame.

Sin embargo, el de Eloísa no es el único personaje que ha decidido dar marcha atrás viendo el “percal” del programa. Montserrat Suárez, abogada y polemista en tertulias de todo tipo, era confirmada por Vanitatis como uno de los miembros del jurado, algo que la letrada negaba a través de Twitter (¿quién va a comentar las andanzas de Olvido Hormigos pudiendo diseccionar día a día los papeles de Bárcenas?), por lo que la productora tuvo que tirar de cantera. Al final Jimmy Giménez Arnau acompaña a Kiko Hernández y Belén Rodríguez como miembros del Tribunal de la Convivencia, un jurado a lo MasterChef que expulsará a los que peor lleven la disciplina (es decir, a los que menos juego den).

Y así, con muchas cosas por pulir, y muchas cosas por mostrar, comenzaba la apuesta veraniega de Telecinco, una apuesta que tiene dos hándicaps difíciles de superar: los dos presentadores no tienen el más mínimo feelling, y Sonia Ferrer exagera demasiado el punto de “presentadora cañera” hasta parecer claramente borde. Por otra parte es normal, ya que, el gran público la recuerda hablando con vocecita de niña sobre Familias Reales y famosos por su trabajo, con lo que el cambio de registro no es fácil de asumir. No obstante, hay material, y, si consigue encontrar el equilibrio, puede hacerse con las riendas de un formato en que su partenaire está totalmente perdido.