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11
Dic
2012
Alcalá celebró la tradicional vigilia de la Inmaculada PDF Imprimir E-mail
Zona Este - Alcala de Henares
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Foto cedida por Obispado AlcaláReig Plá recordó que la advocación es patrona de España

El pasado viernes 7 de diciembre, a partir de las 21 horas, tuvo lugar la solemne Vigilia y Eucaristía de La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen, Patrona de España, en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Durante la hermosa ceremonia, presidida por el Sr. Obispo de la diócesis, Mons. Juan Antonio Reig Pla, se procedió a la institución como acólitos a los jóvenes Samuel Galán y Jaime Salido, como lectores a Diego Canales y Luis Fuentes, y la admisión al orden sagrado de Fernando Gabriel Caballero, Carlos Langdon, Eduardo Pozo y Joaquín Sánchez, todos ellos seminaristas de nuestra diócesis.

Durante la homilía, Mons. Reig Pla pidió una oración por nuestra Patria, de la que María Inmaculada es patrona desde 1640. “España no es simplemente geografía, es la comunión de un pueblo que ha sido sellado con la sangre de tantos mártires, confesores y vírgenes, y que ha nacido con la tradición católica. Es la tierra de nuestros padres que nosotros hemos de honrar y cuidar”.

El Obispo señaló la contraposición entre Eva, la primera mujer, y la Virgen María. Eva “no quiso ser reglada por la sabiduría de Dios, sino que optó por autoafirmarse frente a Él”. Y, por el pecado original, “experimentó con Adán el miedo, la soledad, el sufrimiento, la fatiga,… Don Juan Antonio subrayó que “la obediencia es nuestra verdadera libertad, el modo seguido por Dios de abrazar la verdad. Y sólo la verdad nos hace libres. Eva fue tentada y sucumbió. Pero hoy celebramos la victoria de Dios en otra mujer, María, la nueva Eva: toda hermosa, inmaculada, arca de la Nueva Alianza. Ella sí es la mujer que obedece y confía plenamente en Dios”.

En este Año de la Fe, la Iglesia nos vuelve a proponer a la Virgen María como modelo de vida. “Para que nosotros, siguiéndola a ella, cogidos de su mano, estemos dispuestos a entrar en esta nueva Creación que el Señor estableció en ella. Y así la fe será para nosotros el verdadero éxodo: a través del Misterio Pascual, saldremos de la esclavitud del pecado y de la muerte para entrar en el Reino de la gracia, la libertad y la vida. El Señor nos regalará una Alianza, no ya la del Sinaí, sino la sellada por la Sangre de su Hijo Jesucristo, que hace posible un corazón nuevo para cantar el cántico de los redimidos”.

Mons. Reig destacó que “María, la nueva Eva, nos invita a creer en Dios, a abandonarnos y a descansar nuestro corazón en Él. Y por eso, esta noche, aquí, en Santa María, junto a la Virgen Inmaculada, introduciéndonos en la celebración eucarística, estamos invitados a entrar en la paz de Dios. Esa que necesita tanto nuestro corazón. Y le decimos con ella: Hágase en mí según tu Palabra”.

Refiriéndose a los seminaristas continuó diciendo: “Estos muchachos, que van con las túnicas blancas, escucharon una voz particular del Señor que les llamó por el camino de preparación al sacerdocio. Escucharon, como María, un anuncio que les llegó al corazón. Y están diciendo ahora, cuidados por sus superiores en el Seminario, “aquí estoy Señor, hágase en mí según tu voluntad”. Ellos son, con la Virgen María, causa de nuestra alegría. La alegría de ver que Dios continúa sembrando en su pueblo, y esa semilla está dando fruto”.

D. Juan Antonio insistió a los fieles en la gran importancia de aprender a vivir de la Palabra de Dios: “los tiempos recios que vivimos reclaman que nuestras familias se introduzcan en la meditación y escucha de la Palabra en las propias casas, partida entre vosotros. A tiempos recios, matrimonios cristianos y familias fuertes que, ancladas en la Palabra de Dios, aprenderán a leer su voluntad con todo lo que ocurra en su familia a lo largo de toda su vida. Con María, rezando el Rosario; con María, enseñando a los niños a abrir el corazón a Dios nuestro Padre, a Jesucristo, a quien hemos de seguir, y a la Santísima Virgen que nos acompaña siempre”.

Mons. Reig continuó desarrollando una idea fundamental: “todo esto reclama en estos momentos la pureza de corazón, de la cual es modelo e imagen la Virgen María. Si no hay pureza en nuestro corazón, si lo tenemos ocupado y embotado por tantas preocupaciones y afanes, no podremos ver a Dios. Y quien no ve a lo invisible, es doblegado, postrado ante las realidades de este mundo y no eleva su corazón para poder contemplar la belleza del Cielo. Lo asombroso, queridos hermanos, es que el Cielo se ha aproximado a nosotros. Ha venido, en el Hijo de la Santísima Virgen María, continúa presente después de la Encarnación y ahora en su cuerpo glorioso en la Eucaristía que nos hace entrar en la verdadera tierra de libertad. No nos privemos, queridos hermanos, del cielo, que el Señor quiere regalar a cada uno de nosotros”.

Después de la homilía, tuvo lugar la admisión al orden sagrado e institución de acólitos y lectores. Antes de concluir la Vigilia, hubo un tiempo de adoración a Cristo en la Eucaristía. Finalmente, el Sr. Obispo realizó la bendición a los fieles con el Santísimo Sacramento del Altar.

 

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