Se provocó una lesión para, con ayuda de sus familiares, distraer a los policías que le custodiaban

Se dice que en ocasiones la realidad supera la ficción, y hace unos días en Alcalá tuvieron un ejemplo de ello. Un preso consiguió fugarse de Alcalá-Meco de una forma más propia de una película o una serie de televisión que de la vida real.

Todo comenzaba el jueves de la semana pasada, cuando un preso, encarcelado en el módulo para menores de veinticinco años por delitos sexuales y homicidio, se rompía un brazo jugando al fútbol dentro de la prisión. Ante la gravedad de la lesión los responsables de la cárcel decidieron mandarlo al Hospital Príncipe de Asturias custodiado por dos policías.

En el centro sanitario se le escayoló la muñeca, lo que impidió ponerle las esposas, y se avisó a sus familiares, como marca el protocolo de actuación de la cárcel. Cuando los agentes se acercaban al coche para volver a la cárcel observaron una trifulca callejera muy cerca, lo que les generó un momento de duda. En ese momento un BMW apareció abriendo las puertas para que entrase el preso, mientras dos de los implicados en la pelea empujaban a los agentes.

Las primeras investigaciones de la policía apuntan a que todo estaba preparado al milímetro, desde la lesión en un partido programado, hasta la pelea a las puertas del Hospital, y la llegada del coche de huida a la rampa de acceso a Urgencias, incluso las cámaras de seguridad del Príncipe de Asturias habían grabado días antes a los compinches en distintas zonas del centro hospitalario.