Tan sólo la Agonía consiguió completar su Estación de Penitencia

Al igual que había ocurrido en Madrid y Torrejón, la intensa tormenta vivida en la tarde de este viernes impidió a la Semana Santa de Alcalá celebrar sus procesiones. Es más, la única que se atrevió a salir tuvo que regresar inmediatamente al punto de partida en medio de un intenso aguacero.

Y es que, al igual que había ocurrido en Madrid, cuando la Hermandad de la Soledad comenzó a procesionar el cielo no presentaba un aspecto que presagiase lo que iba a ocurrir. Cierto es que estaba encapotado, y que las imágenes que llegaban de Madrid hacían pensar lo peor, pero aún así la Hermandad decidió salir y lo hizo en una multitudinaria salida de la iglesia de Santa María la Mayor.

Pero nada más poner el Descendimiento en la calle, el tiempo comenzó a cambiar. La lluvia sorprendió al paso en la calle, obligando a los cofrades a cubrirla con plásticos para evitar sus daños, algo que por cierto, sirvió de poco pues el viento se llevó uno de ellos haciendo que la lluvia penetrase en las imágenes, que rápidamente regresaban a cubierto dando por cerrada una procesión que no pudo poner en la calle a la reina de Alcalá. Con la tarde así, el Medinaceli ni se planteó salir, haciendo lo mismo que su homólogo madrileño, es decir, asomarse a la puerta durante unos minutos para saludar a los que esperaban fuera.

Quien también salió fue la Procesión protagonista de la "madrugá" alcalaína. El Cristo de la Agonía pudo completar su Estación de Penitencia en unas calles abarrotadas que vieron nacer el nuevo día entre los tejados de la cuna de Cervantes. Un viaje, por cierto, que llegó a su destino en el convento de las Ursulinas media hora antes del horario previsto para abrir un Viernes Santo que nadie podía imaginar como iba a acabar.

Y es que la última Procesión de la jornada, el Santo Entierro, tampoco pudo salir. Si diez minutos antes del inicio del desfile el cielo aparecía sin lluvia, en el momento en que abrieron las puertas de la Catedral comenzó a lloviznar, obligando a posponer la salida. Pero la tormenta, en lugar de amainar, arreció, haciendo que los cofrades suspendiesen su viaje por las calles en completo silencio y a oscuras.

En su lugar, y tras el Juramento de Silencio, comenzaba una Procesión "indoor" por el interior de la Catedral en que los tambores hicieron retumbar las paredes de la Magistral para cerrar de forma sobrecogedora los Días de Pasión de la Semana Santa Complutense.