Organizan una performance en la plaza de los Santos Niños

Alcalá Antitaurina celebrará el próximo viernes, 1 de septiembre, una concentración en repulsa por el regreso de la feria taurina a la ciudad complutense. Este movimiento ciudadano, lejos de quedarse indiferente ante el horror, quiere denunciar la tortura animal que supone la tauromaquia y exponer ante todos los vecinos y vecinas de la ciudad el terrible uso que se está dando a su dinero, ya que el Ayuntamiento de Alcalá aporta cada año un canon de 125.000 euros a la empresa privada que gestiona la plaza de toros. Según afirma el colectivo, en ningún caso está justificado el uso de dinero, ni público ni privado, para destinarlo a la tortura animal, pero mucho menos cuando esa cantidad sale de los bolsillos de los alcalaínos y se destina a un evento totalmente minoritario, que va de fracaso en fracaso y cuyo contenido principal es apuñalar a un mamífero hasta la muerte.

El regreso de la feria taurina supone que Alcalá volverá a convertirse en foco del maltrato animal, legalizado. En estos festejos ocurrirá algo que hoy en día solo se pone en duda fruto de la ignorancia: Al menos 12 toros serán torturados y apuñalados reiteradamente hasta que finalmente mueran, en muchos casos, ahogados en su propia sangre. Por la mañana, esos mismos animales sufrirán en los encierros daños musculares y un pánico intenso. Solo quien tiene un serio problema de ausencia de empatía puede disfrutar de esta orgía de sangre y sufrimiento de un herbívoro que solo busca escapar de la plaza como sea.

La vuelta de la feria taurina a la ciudad complutense no es ninguna sorpresa teniendo en cuenta la defensa firme que tanto la derecha del PP como la extrema derecha, que actualmente gobiernan Alcalá, hacen del maltrato animal legal que es la tauromaquia. Sin embargo, no por esperada esta noticia es menos desoladora. Como forma de protesta ante el regreso de la crueldad extrema contra los animales, Alcalá Antitaurina llevará a cabo el próximo viernes una concentración antitaurina en la que se incluirá una performance y una cadena humana contra el maltrato animal. La cita tendrá lugar en la Plaza de Los Santos Niños a partir de las 20:30 horas.

La vuelta de la feria taurina genera no solo indignación, sino también más dudas que nunca. Así, el Gobierno de Alcalá ha puesto de manifiesto su pleno apoyo a la celebración de festejos taurinos sin importarle si tienen demanda o no, lo que ha supuesto la firma de un convenio con el Ayuntamiento de Torrejón para la cesión de talanqueras de cara a la celebración de los encierros. Sin embargo, el Ayuntamiento no ha aclarado cuánto dinero va a costar esta cesión a los complutenses ni por qué asume un trabajo que corresponde a la empresa privada que gestiona la plaza de toros y a la que tiene contratada. Como ya es sabido, esta empresa debe encargarse de la organización al completo de los festejos taurinos así como la asunción de todos sus costes. El Ayuntamiento de Alcalá tampoco ha aclarado el traslado a última hora y por sorpresa de los fuegos artificiales a la plaza de toros. Se trata de un cambio extraño, ya que el Consistorio ya tenía seleccionado y publicitado otro lugar, por lo que el Ayuntamiento debe aclarar si habrá algún tipo de contraprestación económica por la cesión del espacio que contribuya a mejorar la economía de esta empresa.

El Ayuntamiento también debe aclarar qué ha ocurrido para que el concejal de Festejos anunciara públicamente hace unas semanas que no habría feria taurina para desdecirse unos días después y señalar que finalmente ésta sí se celebrará. ¿Ha hecho el Ayuntamiento algún tipo de gestión o aportación para beneficiar a una empresa privada con la que mantiene un contrato y a la que ya paga un canon anual? Finalmente, Alcalá Antitaurina permanecerá muy atenta a futuras decisiones del Consistorio, ya que la feria taurina de 2023 tampoco cumple, presuntamente, con las condiciones de este contrato y, por lo tanto, la empresa no solo no debería recibir los 125.000 euros sino que también debería ser sancionada, aunque sea con la ridícula sanción establecida por el contrato.