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18
Jul
2012
La revolución Bello tendrá que esperar PDF Imprimir E-mail
Lente de Aumento - Análisis
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Lo que menos conviene al nuevo alcalde es abrir una crisis política, además de la económica

Al final los recortes no parece que hayan llegado aún al Gobierno de Alcalá de Henares, sino que se mantienen todos los cargos, rompiendo así, y de facto, con uno de los 25 puntos del acuerdo con los magenta. Sin embargo, la actitud del alcalde es, con diferencia, la más inteligente.

Y es que, si la dimisión de Bartolo desactivó la posible segunda candidatura en el Congreso Local del PP de Alcalá, la expulsión de alguno de los consejeros delegados podría abrir de nuevo la caja de los truenos en el partido.

Así Bello gana tiempo, esperando conseguir el poder en su propio partido para poder empezar a controlar las riendas de la localidad. Y es que el líder, ahora, tiene los pies de barro: en manos de UPyD, con una oposición agresiva, y teniendo que hacer frente a la durísima situación económica en que ha dejado las arcas su predecesor, perder la sucesión en su propio partido sería la muerte política del alcalde.

La clave, no obstante, está en si UPyD está dispuesto o no a aceptar esta prórroga, ya que su hoja de ruta era muy clara al respecto: eliminar a los dos consejeros delegados en un Pleno Extraordinario antes de finales de agosto, so pena de no tener posibilidades reales de sacar adelante los Presupuestos de 2012 y enfrentarse a una más que posible intervención económica.

En lugar de eso, Bello ha optado por mantener el mismo ejecutivo que Bartolo, aunque con significativas diferencias: Gustavo Severien y Jesús Domínguez se convierten en los hombres fuertes de Bello, dirigiendo el núcleo duro del nuevo gobierno, un núcleo en el que también están Huysmans, Marta Viñuelas, y un Marcelo Isoldi que crece mucho políticamente, hasta ocupar la cartera de Proyectos y Conservación Urbana, Infraestructuras, Movilidad y Aguas.

De tal forma que el Ejecutivo de Bello demuestra continuidad, pero cambios importantes en sus hombres de confianza, algo que permite aventurar cambios aún más profundos cuando, siguiendo la hoja de ruta de UPyD, sea necesaria una remodelación total del gobierno complutense, aunque ya sin el fantasma de la ruptura interna sobre el horizonte.

 

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