Según explican, las de Pfizer se han reducido a la mitad, y si siguen poniendo primeras dosis, se quedarán sin stock para las segundas

Los vaivenes políticos en la gestión de las vacunas están provocando una situación surrealista en Madrid, pues la Comunidad tiene cerca de un millón de dosis en stock que no puede poner, mientras que las que sí puede poner se le han reducido a más de la mitad. Ante este panorama, la Consejería de Sanidad decidía suspender la autocita hasta que se reciban nuevas dosis, o el Gobierno cambie de criterio.

La explicación de porqué se ha llegado a esta situación hay que encontrarla en la decisión del Ministerio de Sanidad de prohibir la administración de AstraZeneca a los menores de setenta años. La vacuna británica es la que más dosis ha repartido, pero la mayor parte de la población diana ya está inmunizada, por lo que hay más de ochocientas mil dosis almacenadas en congeladores.

En el otro lado, de la vacuna de Pfizer, recomendada para personas entre 16 y 69 años, se ha reducido el suministro a la región en el último mes a menos de la mitad, por lo que ahora hay una evidente escasez de la vacuna de ARN Mensajero, lo que llevaba a la Comunidad a tomar la decisión de paralizar la autocita hasta que la situación se normalice.

Esto, en la práctica, significa que los madrileños no podrán apuntarse para recibir primeras dosis de la vacuna hasta que llegue un nuevo cargamento, y, en ese momento, sólo se abrirá el portal hasta completar el número de citas correspondiente a las nuevas dosis. La drástica decisión de la Comunidad busca evitar que los que tienen puesta la primera dosis se queden sin la segunda, pues sólo quedan trescientas mil vacunas de la alemana en stock.