La talla, portada por 24 anderos, fue elevada a los cielos a pulso al final del recorrido

El jueves de la Semana Santa dio una tregua a la Hermandad de la Veracruz para que pudiesen, sin tener que mirar al cielo, completar su procesión. Y es que, por primera vez  en lo que llevamos de Semana, los ojos no estuvieron pendientes del cielo, que volvió a regalar una preciosa, aunque algo fría, noche primaveral.

Con algo de retraso sobre el horario previsto, y en una Plaza totalmente abarrotada, a las ocho y veinte salían de la Iglesia de San Juan Evangelista las cinco imágenes que componen la Procesión de la Pasión del Señor: tres carrozas, “La Oración en el Huerto de los Olivos”, “Jesús atado a la Columna”, y “Jesús Nazareno”; la imagen de la Virgen de la Soledad, transportada por 24 anderos; y, la estrella de la Procesión, “La Última Cena” de los hermanos más pequeños.

Las cinco escenas emprendieron su camino acompañados de un largo séquito en el que había penitentes con cadenas, una banda de música, un grupo de manolas y, por supuesto, los miembros de la Hermandad con faroles encendidos, séquito que interrumpió su camino hasta en tres ocasiones para escuchar las saetas dedicadas a la Virgen y a su hijo, saetas que llenaron el cielo torrejonero de devoción y sentimiento, y que fueron saludadas por los numerosos vecinos que abarrotaban las calles con fuertes aplausos.

La comitiva fue pasando por las distintas calles en un recorrido de hora y media de duración, para volver a la Iglesia a eso de las diez de la noche. Las carrozas fueron entrando en el Templo entre los acordes del himno de España dejando solas en la puerta a las imágenes de la Virgen de la Soledad y de la Santa Cena. Las dos tallas portadas por anderos realizaron un “baile” conjunto justo antes de despedirse con dirección a la Iglesia. Los primeros en entrar fueron los pequeños, que no tuvieron problema en hacer una levantá de su paso en el momento de entrar en el Templo y fueron recibidos con fuertes aplausos en el momento de dejar su carga dentro de la Iglesia.

Los mayores, por su parte, entraron después, y lo hicieron al igual que los pequeños, elevando a los cielos a su titular justo antes de entrar en la Iglesia, y al escuchar los acordes del himno de España. Ya dentro del Templo, y justo antes de abandonar el paso y fundirse en un gran abrazo con el resto de hermanos, la Vera Cruz volvió a levantar a la Virgen de la Soledad entre los aplausos de los fieles que llenaban la Iglesia. Después de situarla en su lugar, una Salve entonada por los fieles puso punto y final a la penúltima Procesión nocturna de la Semana Santa torrejonera…