Leonardo Hernández desorejó a sus astados y se convirtió en el gran triunfador

La tercera corrida de la Feria de Torrejón siguió el mismo guión que las anteriores: muchas orejas, y los toreros por la Puerta Grande, aunque también tuvo cosas que la diferenciaron de todo lo visto hasta el día: la Plaza estuvo a punto de llenarse, el ambiente prepartido de España se dejó sentir en el Coso, y la lluvia no quiso perderse la corrida de rejones.

Y es que la tarde, de auténtico bochorno, no podía aguantar demasiado. El cielo, encapotado, descargaba un pequeño aguacero sobre los que ocupaban las localidades de la Plaza de Toros, justo durante la faena del primero de la tarde, que le correspondió a Andy Cartagena.

Por suerte para él, y para el resto de los presentes, la lluvia solo duró unos diez minutos, durante los que Cartagena ni se inmutó y comenzó a lidiar a su primer toro. Sin embargo, el verdadero protagonista de esta primera faena de la tarde no fue ni el toro, ni el torero, sino el caballo, que no dudó en subirse a las tablas para saludar al respetable, y hasta ponerse de rodillas después de driblar al astado en más de una ocasión.

La faena, enfriada por culpa de la lluvia, terminó con un trofeo para Cartagena, que tendría que esperar a su segundo animal para abrir la Puerta Grande, algo que estuvo a punto de no conseguir, y es que el rejón de muerte no cumplió con su cometido y el torero tuvo que recurrir al descabello, en concreto, cuatro veces, para acabar matando al astado entre los gritos del público.

Joao Moura Jr tampoco comenzó bien en la Plaza de Torrejón, y es que perdió todos los trofeos en un espantoso rejonazo de muerte que no terminó con el animal. Moura, dejando al caballo, pasó al descabello para pinchar en varias ocasiones y marcharse de la Plaza con el silencio del público. Sin embargo, la segunda faena sería mucho mejor, tal vez por la veteranía del torero, aunque su rival en el ruedo no se lo puso nada fácil: un toro que tendía a huir hacia las tablas, y además, cojo de una pata, obligó a Moura a demostrar por qué es uno de los mejores rejoneadores. Y así lo hizo: un rejonazo certero que le hizo saltar, literalmente, del caballo, acababa con su oponente y le regalaba dos orejas.

El tercero en salir a la arena fue Leonardo Hernández, el nombre menos conocido de los que componían la terna, aunque demostró estar un paso por delante de sus compañeros. Y es que Hernández supo meterse al público en el bolsillo desde el primer momento haciendo bailar a su caballo al son del pasodoble que sonaba en la Plaza durante la faena. Al final, el rejón de muerte no fue suficiente, pero sí el primer descabello, y Hernández conseguía las dos orejas de una Presidencia que no estaba dispuesta a que se volviese a repetir lo del día anterior.

Y sin presión el torero saltaba al ruedo para pelearse con su segundo animal, un toro enorme de 578 kilos que lo convierte en el más grande de los que han compuesto la Feria de Torrejón. Mientras los ánimos pre partido de España se iban caldeando con las Peñas y los vecinos coreando “Que viva España”, “Yo soy español”, y hasta el himno nacional, Hernández ofrecía una faena corta, pues el partido estaba a punto de comenzar, pero de alta calidad en que el rejonazo final permitió al torero ver caer a su oponente delante de él, tras bajarse del caballo. Hernández, entre los aplausos del público, recibía otras dos orejas y se convertía en el gran triunfador de la tarde.