Un lanzamiento de palomas, la banda de música cantando y la bendición de un cuadro en la sede de la Hermandad, momentos de la primera procesión del año

Como si no llevasen dos años sin reunirse, la Hermandad de la Virgen del Rosario volvía a las calles este domingo, y lo hacía para llevar en procesión a su Patrona convertida en Virgen de las Candelas.

Así, la última procesión que se celebró antes del confinamiento regresaba y lo hacía por todo lo alto, con una procesión espectacular cargada de momentos y muy seguida por los torrejoneros que abarrotaban las calles.

La mañana comenzaba en la parroquia de San Juan Evangelista, donde la misa de domingo se transformaba en una ceremonia solemne acompañada por el Coro de la Hermandad y la Banda Municipal de Música. Ellos le pusieron sonido a una misa que terminaba entonando el Himno de la Virgen del Rosario justo antes de que los niños recién nacidos fuesen presentados ante la Patrona de Torrejón

Un poco después de las doce, la Puerta del Sol se abría y lo hacía para dejar salir la carroza de la Virgen, conducida por Caballeros y Damas que acompañaron a la Candelaria en su paseo por las calles de Torrejón

Y el primer momento de la primera procesión del año llegaba en plena calle Hospital, donde se producía un lanzamiento de palomas justo en el momento en que la Candela de la Virgen se apagaba. Ya sin luz que la guiase, la Patrona de Torrejón comenzaba un largo viaje por las calles del centro, unas calles muy transformadas en los dos últimos años.

Así la nueva calle Los Curas, la remodelada calle Cruz y la calle Cristo recibieron el paso del desfile procesional que dejó la segunda sorpresa de la mañana cuando la Banda Municipal de Música acompañaba los instrumentos con su propia voz.

Al pasar por la calle Cristo, y en concreto, por la sede de la Hermandad de la Virgen del Rosario, se producía el momento más esperado, y es que ninguna procesión, desde febrero de 2020, había vuelto a pasar por la puerta de la sede.

Tras el saludo del estandarte, la Virgen se giraba para mirar hacia la puerta donde un gran cuadro la esperaba, un cuadro que fue una de las últimas propuestas de la celebración del 300 aniversario, y que era bendecido en esa misma mañana.

La procesión continuaba y lo hacía para encarar su recta final cruzando la calle de San Isidro, la Plaza Mayor y la calle Hospital antes de entrar en la iglesia entre los acordes del himno de España y los aplausos de los torrejoneros.