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12
Jul
2020
Naturalizar PDF Imprimir E-mail
Punto D Vista - Otra mirada
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Foto cedida por CAMJesús Hernández Gallardo

Tendremos que cargarnos de genio y temperamento para introducir el insulto en nuestra manera cotidiana de hablar, será nuestra moneda de cambio de impresiones, como dice nuestro Vicepresidente de Gobierno. Según él, parece ser que es una cuestión normal, propia de las democracias avanzadas. De ahora en adelante seremos “la manada” del lenguaje, los súbditos del improperio, los rabaneros al dictado del gobernante podemita.

Habremos caído en la emboscada del COVID-19 y en la mala leche de un oportunista de la política que anima a todos a descargar sus iras en el lenguaje fácil y choricero. Desviaremos nuestra libertad de la palabra y nos encadenaremos al residuo más despreciable que también tiene la expresividad de una lengua. Yo estoy afilando mis intenciones, me estoy aprendiendo unos vocablos de grueso calibre para ir soltándolos indiscriminadamente, como aquel que lanza un suspiro al aire, eso sí, cargado de pólvora verbal.

Al final se debe de tratar de terapias de razonamiento de taberna, también de intercambio verdulero, se ha de “naturalizar” y entrar en esta dinámica moderna de tensar cuerdas y responder sin suavidades ni monsergas de escaso contenido.

Aquí solo vale el estropicio y el sello que deje marca y lamparón, y si nos queremos explayar, el siguiente paso es encararse con el contrario en un cruce de palabras de encanallado léxico. Somos carne de cañón y reventón bolivariano, nuestra lengua va a estar de ahora en adelante picoteada por punzadas puntiagudas que deshilachen el acabado dialéctico. Se alejará Cervantes, dejará de ser nuestro referente a golpe de “naturalizar” la raíz de nuestro idioma. Entraremos en el extrarradio de la palabra, en la toxicidad de un lenguaje que nos ha hecho entendernos hasta ahora con una riqueza en la expresión que tienen pocas lenguas en la actualidad.

Somos notarios de la libertad de expresión, ese atajo cultural que nos deriva al residuo y hedor de la mala intención a la hora de compartir la palabra con nuestros semejantes. Si Don Quijote levantara la cabeza alzaría su lanza, arrearía su caballo y se enfrentaría a tan vil afrenta. No serían gigantes sus enemigos sino enanos cargados de miseria y escasez de sueños.

Ya no valen los consejos a los niños sobre la educación al hablar, todos esos desvelos de los padres para evitar la ordinariez, la ligereza de los niños, especialmente hábiles para aprender lo negativo de las conversaciones. Solo vale ser rabanero, Somos seres cargados de ponzoña, armados hasta los dientes, aunque pacíficos y residentes en España... ¿O en Venezuela?...no sé.

Jesús Hernández Gallardo

Funcionario del Estado

Torrejón de Ardoz

 

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