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18
Feb
2022
Casado expedienta a Ayuso después de que ésta le vinculase con una trama de espionaje contra ella PDF Imprimir E-mail
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Foto cedida por CAMEl PP se rompe por la mitad en una jornada histórica

Todo el mundo esperaba que el miércoles comenzase la guerra, y así fue, solo que el foco de conflicto no se encontraba en Ucrania, sino en el corazón de Madrid, en concreto en la calle Génova.

Durante 24 horas el Partido Popular entraba en una debacle que rompía por la mitad al electorado y desataba una guerra abierta entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso y por un asunto, por cierto, del que ya se había hablado en la Asamblea de Madrid.

Asi, y del mismo modo que una moción de censura en Murcia provocó un tsunami político que se llevó por delante a Pablo Iglesias y convirtió a Ayuso en la presidenta más votada de España, las elecciones en Castilla y León provocaban otro terremoto cuyos efectos comenzaban a verse en la tarde del miércoles.

Asi varios medios rescataban el asunto de la intermediación del hermano de Ayuso en contratos firmados durante el estado de alarma, y en concreto en uno de suministro de mascarillas para el hospital de IFEMA, pero la novedad llegaba al mostrar un matiz diferente en esa información, pues esos medios desvelaban que Génova podría haber entrado en contacto con espías para comprobar si se habían cobrado comisiones con esa adjudicación.

La noticia caía como una auténtica bomba en el PP, que a los pocos minutos desmentía toda la información a través de Twitter y amenazaba con denunciar a los medios que lo habían publicado.  Ademas, los altos cargos del partido suspendían sus agendas para el día siguiente y Almeida convocaba de urgencia a la prensa para primera hora de la mañana del jueves. Ayuso no podía suspender su agenda, porque tenía Pleno en la Asamblea.

A las nueve de la mañana, y tal y como había anunciado, Almeida daba la cara y lo hacía para, en calidad de alcalde de Madrid, afirmar que en ese momento no tenía constancia de los extremos de los que hablaban los medios que no eran otros que la relación directa de Ángel Carromero con ese intento de contratación de los espías.

A las diez de la mañana comenzaba el Pleno de la Asamblea y, por supuesto, se convertía en un monográfico sobre la "guerra de las gaviotas". Ayuso avanzaba que lo que realmente había era un intento de hacerla pagar ser la presidenta más votada de España y la mujer más poderosa del Partido Popular

"En mitad de una pandemia, yo me dejé la vida por intentar gestionar esta Comunidad para que pudiera salir adelante, cosa que, a pesar de muchos, de esos impedimentos, se ha conseguido y hoy la sociedad madrileña, de izquierda a derecha, está orgullosa y cada vez más fuerte sorteando una crisis que no solo ha sido sanitaria sino también económica.  ¿Y sabe lo que les sucede? Que unos y otros, como no han podido ir contra mí, no han podido acabar conmigo por más que lo intenten y me están haciendo pagar tener ahora 65 escaños, ya que no lo pueden conseguir atentando contra mí, van contra lo más importante que tiene una persona, que es su familia, y usted podrá intentar todo lo que quiera, unos y otros. Jamás un solo madrileño va a ver que un solo minuto desde que estoy al frente de la Comunidad de Madrid se ha dedicado ni para beneficiarme a mí ni para beneficiar absolutamente a nadie de mi entorno. Y si no lo tuviera tan claro y si no supiera que estoy haciendo las cosas con cabeza, corazón y honradez, no lo diría con tanta claridad porque sería fácil de demostrar. Si habría algo que demostrar, que me he movido, que he hecho algo… no lo van a encontrar señorías y entiendo que esto luego les hará llevarme a comisiones de investigación, a paseíllos… pueden mirar todo lo que quieran.  Los madrileños pueden estar tranquilos porque este gobierno no ha dejado de gestionar por Madrid a pesar de las dificultades que ustedes están poniendo", afirmaba Ayuso.

A la una, estas palabras de Ayuso se convertían en una declaración institucional en la que ponía nombres y apellidos a los que, según ella, estaban detrás de la conspiración. Ayuso acusaba directamente a Pablo Casado y su directiva de haber puesto en marcha la operación para acabar con ella al estilo de la que acabó con Cifuentes hace no tantos años. Precisamente Ayuso aparecía en la comparecencia con un traje blanco muy similar al que usó Cifuentes en su dimisión.

Dos horas después, a las tres de la tarde, era Teodoro García Egea el que salía ante los medios para hacer otro anuncio bomba: el partido había decidido abrir expediente informativo a Isabel Díaz Ayuso con posible expulsión por sus palabras sobre Casado, unas palabras que García Egea consideraba "casi delictivas".

Con la guerra desatada, tan solo una hora después la historia daba un giro de 180º cuando el jefe de los espías reconocía abiertamente haber mantenido contacto con gente del Partido Popular para intentar contratarles de cara a descubrir si el hermano de Ayuso había cobrado o no la comisión. Y la clave está precisamente en eso, porque los espías afirmaban que lo que les estaba pidiendo gente del Partido Popular era abiertamente ilegal, por lo que se negaron rotundamente a hacerlo.

El discurso de Casado y de la ejecutiva se venía literalmente abajo en el momento en que Ángel Carromero tomaba la decisión de dimitir de sus cargos en el Ayuntamiento de Madrid reconociendo, de facto, que los contactos con los espías habían existido.

Con el partido completamente roto los afiliados convocaban para esa misma tarde una concentración de apoyo a Ayuso ante las puertas de Génova, concentración multitudinaria en las que no dudaron en llamar "traidor" a Pablo Casado, y que terminaba con la aparición de los mariachis de Forocoches ya conocidos en crisis similares vividas en el PSOE y en Cs.

El último acto del sainete se vivía en la Asamblea de Madrid, donde, tras el final de las votaciones, los Diputados dedicaban un fortisimo aplauso a su Presidenta para cerrar la sesión.

Así terminaban 24 horas vertiginosas que abren la puerta a una guerra en la que solo puede quedar uno, pues todos han hecho una apuesta demasiado fuerte con esta historia.

Pero para entenderlo todo hay que volver a abril de 2020, con un estado de alarma declarado y un mando único gestionado por Moncloa.

En esta situación, en la que no rigen las normas de contratación del sector público, Ayuso decide montar el Hospital de Campaña de IFEMA, y dentro de las adjudicaciones de urgencia que se hacen se encuentra el pedido de 250.000 mascarillas por millón y medio de euros, un contrato validado por el mando único, y en concreto por el Ministro de Sanidad, que es quien ejercía en ese momento el control político sobre la situación.

Precisamente, la llegada de ese contrato al Gobierno es la que enciende todas las alarmas, ya que se descubre que el adjudicatario vive en el mismo pueblo que la familia de Ayuso y tiene relaciones directas con ellos.

El Gobierno de Sánchez, según la versión de Ayuso se lo cuenta a Génova, y estos no dudan en llamar a capítulo a su lideresa regional para pedirle explicaciones. Según Casado, Ayuso no las da y el partido comienza a investigar, pero enseguida llegan a un callejón sin salida ya que sin acceso a las cuentas bancarias no hay forma de confirmar si ha existido o no comisión para la familia de la presidenta.

Es ahí donde se intenta contratar a una conocida firma de espías que se niega rotundamente a hacer el trabajo al descubrir que lo que se pide es ilegal. El asunto, del que se entera la propia Ayuso a través de Gallardón, estalla en pleno mes de diciembre, pero la directiva  popular lo esconde hasta pasada la campaña de las castellanoleonesas.

Este contrato, por ciert,o fue el que provocó una bronca impresionante en la Asamblea de Madrid que terminó con la expulsión de una diputada al mencionárselo Ayuso y, todo apunta, marcará un antes y un después en la historia política de España.

 

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