Gran Hermano les regala una fiesta remember y paella para todos

Los mensajes que está transmitiendo Gran Hermano a sus concursantes durante esta edición son tremendamente peligrosos para el futuro del formato, y espero que se intenten paliar antes de que se conviertan en percepción general. Si el concurso comenzaba lanzando la idea a los de dentro de que el que destaca se va a la calle (Giuls y Lorena), ahora los concursantes han aprendido otra valiosa lección: “¿Para qué vamos a currarnos las pruebas o a intentar dar juego durante la semana si vamos a tener dos fiestas en las que comer, beber y poder poner en marcha todos los vídeos que necesitan para la Gala?”.

Y es que, después de haber vivido la semana más aburrida de la edición (exceptuando las dos primeras, en que teníamos que tirar de carpetas inexistentes para rellenar espacio), el programa ha premiado a sus concursantes con una espectacular paella (que se comieron pasadas las doce de la noche), y una gran fiesta remember (luego hablo sobre ella), una fiesta que, como es habitual, sirvió para que evolucionasen todas las tramas que quedaron en letargo tras la última fiesta: Carlos y Saray dentro de un jacuzzi; Susana y su relación con los Gemelos y Argi; Desi, amiguísima de Argi; y la alianza entre caballeros, que ya ha elegido a su próxima víctima.

Empezamos por el final: el Clan Andaluz (Iván, Adrián y los Gemelos) ya ha elegido a su víctima de las próximas nominaciones, y es lo que se llamaría un jaque al rey. Durante la fiesta pactaban (de aquella manera, y hablando en clave) nominar al Pelocho, que, al igual que le pasaba el martes, intuye la jugada. Así, no tardaba en estallar contra un Gonzalo que sigue diciéndole a la cara que es su ganador, y refugiarse en Desi, sorprendente nuevo pilar fundamental de la casa (lástima que no vaya a servir de nada el pacto, ya que, curiosamente, las nominaciones volverán a cambiar este lunes, salvando a Kristian de una nominación casi segura). Y es que el Pelocho se está ganando a pulso el desapego del resto de sus compañeros: irascible, malhumorado, permanentemente enfadado, y pasándose el día en el vértigo.

Si no fuera quien es (dentro de la casa) ya habría salido nominado en más de una ocasión. Por cierto, el viernes (justo antes de saquear la nevera, un curioso deporte que practica junto a Sonia durante las madrugadas) hablaba sobre su hermana Lara (esa que, según explicaban, tiene el mismo nombre que la redactora de Argi), y afirmaba que el próximo sábado será su cumpleaños. Sonia, sin ruborizarse, al día siguiente decidía regalarle la sudadera que les acababa de meter una marca de ropa. También ambos concursantes, en un nuevo caso de expediente X, hablaban de amigos en común (curioso que tengan amigos en común cuando una vive en Canarias y el otro en Madrid...Solo se me ocurre que sean amigos de Facebook).

Termino con los Pelochos hablando de una conversación importante que tenían ayer por la tarde. Kristian le decía a su chica que él no se iba a mojar tanto en la relación como lo estaba haciendo ella, ante lo que Sonia, que se quedó de piedra ante la confesión, soltaba a Raki cuando se quedaron a solas: “Ya no me caso” (no es la primera vez que escuchamos esta frase en la edición. La vez anterior lo dijo Miriam, y todos sabemos como ha terminado la cosa...)

Pero volviendo a la fiesta, ambientada en la historia de Gran Hermano (por cierto, ya que los concursantes no lo van a hacer, agradecer al programa la selección de canciones, que nos hicieron, por unos minutos regresar al pasado, recordar todo lo que ha ocurrido en Guadalix, y renovar, que falta nos hacía, la fe en el formato), comenzaba con uno de los alimentos más polémicos de la casa: la paella de Nicky (¿donde están los papeles de la paella?), una paella que se metieron entre pecho y espalda después de las doce de la noche, y que les dio energías para bailar y cantar algunas de las bandas sonoras del concurso.

Así volvieron a sonar entre las paredes de la casa Sonia y Selena, Coyote Dax, David Civera, Merche o la mismísima Greta y los Garbo, con la canción dedicada al programa en su primera edición (inolvidable el momento ovni), pero los chicos de este año son más de reggaeton. Hasta que sonó su Gangman Style no pisaron la pista de baile (tras bailar las que formaban parte de la prueba). La última en dejar el pasado fue, como no, Raki, a la que los Gemelos arrastraron hasta un panel con los exconcursantes para encontrar parecidos razonables (curioso que nadie relacionase a Iván y Saray con Indhira y Arturo, ya que tienen un parecido más que razonable).

Terminado el baile, llegó el momento de los cuchicheos y las confidencias, y también, como no, de los cambios de pareja. Argi, que se pasó casi toda la fiesta en el confesionario, y salió con los ojos llorosos, no buscó consuelo en Susana (luego explico la actitud de la murciana durante el día), sino en Desi y Yessica, que la acogieron hasta que se fue a la cama. Allí sí hizo acto de presencia la murciana, y Yessica (que, no lo olvidemos, viene de fuera y conoce el Susargismo), aconsejó a Susana que no se alejase de Argi.

Y es que la de Murcia ha pasado unos días bastante alejada de su otrora mitad. Argi, comprendida y apoyada por Desi, se ha convertido en inseparable de la sevillana, y, con ella, de Yessica, Sonia, Raki, Nacho y Kristian. Lejos quedan las acusaciones de vaga, y la chica parece perfectamente integrada en el grupo, después de más de dos meses. Sin embargo, Susana pasa el día entre, más que con, los Gemelos Montoya. Anoche, en medio del jacuzzi, no dudaba en contar a Saray (que peligro tienen esas dos palabras juntas) que empezaba a sentir por Gonzalo algo parecido a lo que sintió por Dani (lo cierto es que la actitud de ambos tiene muchos puntos en común), pero que el que le gustó a la entrada de la casa fue Carlos, el otro gemelo (con el que, no lo olvidemos, Saray hizo manualidades hace unos días).

Por si estaba poco liada la madeja, la de Murcia confesaba horas antes a Carlos que le ponía celosa verle tan cerca de Saray, comentario que, por cierto, provocó los celos del otro gemelo, Gonzalo, que no puede aceptar que le comparen con su hermano. Carlos, a su vez, le decía a la chica que a él le ponía celoso verla hablando con Adrián. Así las cosas, Susana está metida en un culebrón que ni los latinoamericanos, y alejándose cada día que pasa más del maletín (por cierto, luego os cuento las cosas que se están proponiendo a través de Twitter como nueva mecánica, porque no es mala idea...) y de Argi.

Con Adrián, por cierto, parece que la cosa va mucho mejor. El viernes por la tarde hablaban sobre la nominación y el distanciamiento entre ellos y llegaban a una suerte de entente cordiale. La de Murcia le explicaba que su nominación era únicamente estratégica, y Adrián le recriminaba que no le abrazase en esa noche de nominación (por cierto, la decisión de Susana fue la más inteligente, pues una imagen como esa de abrazar a alguien a quien acababa de nominar es lo que le costó el concurso a Juan Carlos).

Si el grupo de los veteranos, con Desi, Yessica y Nacho, está relativamente compacto, no lo está menos el del Clan Andaluz, al que ya está incorporada de pleno derecho Saray, y en vías de incorporación Susana. Así, el juego se vuelve a presentar equilibrado, si se va Nacho o Yessica, y totalmente desequilibrado en una dirección si sale Adrián, aunque la entrada de Álvaro, que ya se ha declarado Argista, puede mover aún más la balanza.

Álvaro entrará el lunes, y lo hará con el maletín y presentando una nueva mecánica para el mes largo que queda de concurso. Como no podía ser menos, este anuncio ha provocado una enorme cantidad de rumores a través de Twitter, y sobre todo, teorías de qué va a pasar mañana. Me quedo con una que me encantaría que se pusiese en marcha: una mecánica a imagen del extinto Unanimous, es decir, que sean ellos los que decidan, por unanimidad quién se lleva el maletín, y, por cada semana que no se pongan de acuerdo, perderán diez mil euros del premio final.

La votación, por supuesto, debe ser secreta e individual, y poner en marcha todas las estrategias de manipulación personal de cada uno de los jugadores (por experiencias previas, se sabe que lo normal en un grupo de diez personas es alcanzar la unanimidad en la cuarta o quinta votación, por lo que el programa terminaría justo dentro de un mes). Al margen de estas votaciones semanales, el programa seguiría su curso normal, con nominaciones y expulsiones, lo que obligaría a los jugadores a elegir una estrategia de manipulación individual de los de dentro, sin caer mal a los de fuera, por lo que pudiera suceder en la final.

Si no consiguen la unanimidad antes de la final, el ganador, elegido por el público, se llevaría solo lo que quede del dinero que había al principio (una salida muy interesante para un programa que premia, sobre todo, la rentabilidad), y si se ponen de acuerdo antes de la final, el ganador se llevaría el premio que quedase dentro del maletín, mientras que los demás lucharían por el dinero perdido desde la entrada del mismo (este último giro de tuerca aumentaría la presión sobre los concursantes, que, al ser menos, verían más cerca la posibilidad de llevarse algo del premio si consiguen la unanimidad en el ganador). Sería un interesante giro de guión a una edición que, por la desidia de unos y de otros, sigue agonizando a marchas forzadas, y más después de que el viernes el superenfrentamiento entre los protagonistas del triángulo central de la edición consiguiesen unas audiencias más que discretas para el Deluxe.