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23
Feb
2018
CCOO pide que vuelva la obra de Santiago Sierra a ARCO PDF Imprimir E-mail
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Foto cedida por Ayuntamiento de MadridIFEMA pidió perdón por la retirada, pero no piensa reponerla

"Tal como venimos denunciando desde las Comisiones Obreras de Madrid, en los últimos años la libertad de expresión y reunión en nuestro país está sufriendo ataques sin cuartel que suponen el debilitamiento del sistema democrático, el resquebrajamiento de uno de los pilares fundamentales consagrados en la Constitución y la Declaración de Derechos Humanos. Desde CCOO de Madrid sentimos nuestra más profunda repulsa a estos ataques a la libertad de expresión y, en esta línea, abogamos por la reposición de la obra en la muestra artística, más allá de las disculpas y las simples declaraciones de intenciones de responsables políticos", explica CCOO en un comunicado.

La larga y dura crisis económica alentada por el neoliberalismo ha influido directamente en un retroceso intolerable en el derecho a la libertad de expresión en los ámbitos sociolaborales y sindicales, así como en los artísticos y culturales, que no dejan de ser dos caras de la misma moneda.

Las huelgas generales llevadas a cabo por los sindicatos de clase bajo gobiernos de PSOE, primero y PP, después, tuvieron como respuesta la persecución sistemática y organizada del sindicalismo, primero con campañas desinformativas orquestadas y después desempolvando el artículo 315.3 del Código Penal para impedir la labor informativa del derecho de huelga. Esta aplicación llevó al procesamiento de trescientos sindicalistas.

La revisión que se hizo del artículo 315.3 en 2015 es insuficiente porque sigue estableciendo la huelga como un sujeto sobre el que aplicar el Código Penal, cuando lo que debería hacer es protegerlo de los abusos de los empresarios que, en muchos casos, tratan de restringir el derecho de huelga. Paralelamente, en un nuevo ataque el PP puso en marcha la conocida ley mordaza, otro ataque a la libertad de huelga, de reunión, de manifestación y expresión.

Además, y paradójicamente, tras el denominado “cese definitivo de la actividad armada de ETA” y con la coartada del terrorismo yihadista se reforma el Código Penal para delitos de terrorismo (será la reforma número veintisiete desde 1996), lo que supone un aumento también de denuncias sobre un asunto que se encontraba prácticamente desaparecido. Por enaltecimiento del terrorismo ha sido condenado recientemente el rapero Valtonyc y hace dos años, por apología del terrorismo, fueron detenidos unos titiriteros en Madrid.

La deriva contra la libertad de expresión ha ido en aumento, contraviniendo el artículo 20 de la Constitución, y el pasado año, Cassandra era condenada a prisión, por enaltecimiento de terrorismo por publicar trece tuits haciendo chistes sobre el asesinato de Carrero Blanco. Recientemente un instagramer era condenado a pagar 480 euros por publicar un fotomontaje en el que a un Cristo había puesto la imagen de su cara.

En este escenario de caos que termina minando el derecho a la libertad de expresión, también debemos criticar la viralización de las noticias falsas, o mejor falseadas, que hasta hoy han venido contando con cierta complicidad de las principales redes sociales, que no dejan de ser empresas privadas. Empresas que también ejercen la censura. No podemos olvidar cómo facebook censuró en 2016 la imagen icónica de “la niña del napalm” tomada en la guerra de Vietnam; o recientemente impidió que se publicara la portada de Interviú con el desnudo de Marisol de hace cuarenta años.

El retroceso es evidente. Además del mencionado caso Valtonyc, el acoso a las libertades ha llegado esta semana a su cenit con el secuestro de Fariña, un libro que versa sobre el narcotráfico gallego; y con la patética retirada de un cuadro en ARCO. Por primera vez en su historia y para vergüenza de Madrid y España la censura se ha impuesto en la feria de arte contemporáneo.

No deja de resultar curioso, además, que la persecución no se ejerza en la misma medida contra quienes hacen apología del nazismo y del franquismo, impidiendo incluso que nombres de golpistas continúen en los callejeros de muchas ciudades de España, tal como sucede en la capital.

Asimismo, desde CCOO de Madrid tenemos meridianamente claro que cuando la libertad de expresión es atacada, es atacada la democracia. No es de recibo que quienes defienden con griterío la Constitución en lo que se refiere a simples simbolismos, no apliquen el mismo cuento a seguir los dictados de artículo 20, donde se reconocen y protegen los derechos:

“a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

c) A la libertad de cátedra.

d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades”.

Y donde se asegura que “el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”.

 

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