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19 Sep 2021 |
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Jesús Hernández GallardoSerá su nuevo compromiso social, su encomienda con la política de baja densidad, la que le queda por estrenar o tratar en esta nueva época post fracaso. Tras esa nube oscura que dejó atrás, la amalgama opaca y viscosa de los daños causados a tanta gente que ha creído en su alcance dentro de un partido político que miraba a través de sus ojos. Pablo Iglesias ha defraudado a tanta gente que no acabo de entender cómo tiene la desfachatez de decir que su misión en la trastienda del partido es de formación de nuevos jóvenes que se puedan ir incorporando a estas siglas. ¿Estamos todos seguros que se incorporará un número de juventud significativo? Todo parece que va a quedar en el limbo, el futuro de Podemos pasa por un olvido sensible, un apagado de su entrevelas actual que le hará quedar oculto en la opacidad de la indiferencia, la justa medida que sembró Pablo Iglesias y sus amiguetes del corro venezolano. Son títeres de una realidad que va mutando a la nimiedad más desintegrada e impersonal. El egocéntrico Pablo quiso figurar en el Gobierno de Sánchez a toda costa, encaramarse con sus treinta y cinco escaños y sacar réditos políticos a esa suma de fuerzas. La realidad del conglomerado está dejando ojipláticos a gran cantidad de adeptos escamados y descontentos con la manera de afrontar su gobernanza. Llegó un momento que hasta él mismo se dio cuenta de la repulsión que provocaba dentro del Gobierno, su intromisión en asuntos que necesitaban la unidad de fuerzas y, sin embargo, se ha creído continuar en posturas de oposición, en huecos de puño en alto y festivas manifestaciones sumidas en esa agria protesta de radicalidad inherente a sus épocas de eterna reivindicación, casi adscrita a su ADN de político de izquierda rancia, bolivariana. Su torpeza política le llevó a la casa de Galapagar, un lugar idílico, paradisíaco y ajeno a cualquier perspectiva de persona responsable de un político de izquierdas que decía comprometido con las bases. Dijo hacer una consulta digital para que sus afiliados respondieran a aquello, organizando una respuesta supuestamente aceptada, aunque con bajo índice de credibilidad en los comicios. El cuento político del principito de la coleta se ha ido consumiendo poco a poco, como un globo que va desinflando su grosor debido a las fisuras que él mismo iba dejando en la piel. Han sido ocho años de frenética protesta por todo y para todos los que se han puesto delante. Nunca ha dejado títere con cabeza, su inconformismo infinito lo ha utilizado como bandera para todo, ha engañado a sus seguidores con tantas promesas, tantos supuestos logros que al final han quedado en la indigencia más absoluta. Ahora ya un cambio de vida, dejando atrás familia, política activa y seguramente sabiéndose un fracasado. Se va con Roures al periodismo de bacinilla, un lugar donde seguirá dando la matraca internacional con la mala baba que acostumbra. Yo le felicito por salir del Gobierno y, cruzando los dedos, lo siento de veras.
Jesús Hernández GallardoExfuncionario del EstadoTorrejón de Ardoz |