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18
Nov
2012
El Hospital de Torrejón, nuevo capítulo de la guerra entre Rajoy y Aguirre PDF Imprimir E-mail
Punto D Vista - La cara oculta
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Goirigolzarri, puesto en Bankia por Rajoy, intenta hundir el buque insignia de la gestión sanitaria de Esperanza Aguirre

La guerra subterránea por el control del PP continúa, y las víctimas de su último capítulo pueden ser los vecinos de Torrejón, que ven peligrar el Hospital por el que han luchado durante 17 años. La venta del Hospital a Sanitas, y la consiguiente amenaza de la Comunidad de Madrid de revocar la concesión administrativa demuestran que Rajoy sigue intentando torpedear la gestión del PP madrileño, aun provocando daños colaterales como Pedro Rollán.

Pero para entender todo lo sucedido en la última semana hay que hacer memoria: en mayo de este año, y en una operación muy poco clara, Rodrigo Rato abandona la presidencia de Bankia, según explicaría meses después, “a punta de pistola”, para dejar el cargo a alguien mucho más cercano al Presidente del Gobierno, José Ignacio Goirigolzarri.

Tan solo unos días después de la llegada del nuevo Presidente de Bankia, se anuncia la nacionalización de la entidad, a la que, desde entonces, se le insuflan ingentes cantidades de dinero. Ante el escándalo que estalla en el país, se decide crear una Comisión de Investigación, a la que no se duda en llamar a Rato, pero nadie pide la comparecencia del nuevo gestor, que, por cierto llegaba desde el BBVA.

En pleno verano, y en medio de la comisión de investigación, Rato tira de la manta y cuenta lo ocurrido con su salida del banco, enmarcándolo en una operación mucho más amplia destinada a acabar con la rama liberal del PP.

En esa misma operación, y ya en septiembre, se obligaba a Esperanza Aguirre a dejar la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en medio de una fuerte disputa con el Presidente del Gobierno a costa de Eurovegas, disputa que se saldaba con la victoria de Aguirre a lo Cid Campeador, consiguiendo una declaración oficial de un miembro del Gobierno para eliminar la Ley Antitabaco de Zapatero.

Ya en octubre, Aguirre se convirtió en la pieza clave de la victoria electoral de Feijóo en Galicia, dando la vuelta a unas encuestas que auguraban una pérdida de la mayoría absoluta, y un fuerte repunte del partido de Mario Conde, aglutinante de todo el sector liberal del centro derecha gallego. En Euskadi, donde se siguió a rajatabla la doctrina Rajoy, se cosecharon los peores resultados de la historia del partido, dejando incluso fuera del Parlamento a la hermana de Miguel Ángel Blanco.

Y ahora en noviembre, la guerra tiene por bandera la sanidad. El nuevo recorte de Rajoy al fondo de cohesión que recibe la Comunidad de Madrid obliga a esta a poner en marcha medidas impopulares de ahorro, como el euro por receta. El recorte de mil millones de euros es una venganza del Presidente por la creación de un sistema para evitar que los ancianos paguen más de lo que les corresponde por sus recetas, una medida que reduce lo que el Estado central esperaba recaudar de la Comunidad.

Y precisamente para hundir el barco de la sanidad pública madrileña, Bankia lanza un torpedo en la línea de flotación del modelo de gestión privada de la sanidad. La venta del Hospital de Torrejón a Sanitas busca hundir un sistema que, en sólo un año de vida ha demostrado, con creces, sus posibilidades.

La decisión de Goirigolzarri, además, termina con la llamada Operación Mercadona, que pretendía vender Ribera Salud al fondo Atitlan para asegurarse de que el capital no saliese de España. La llegada del nuevo gerente torpedeó desde el principio la operación, prefiriendo la llegada de una aseguradora británica como gestora del centro, algo, Rajoy lo sabe, que le costará mucho vender a Ignacio González y al PP madrileño.

Pero lo que Rajoy no sabía es que la Comunidad está dispuesta a plantar cara a la llegada de Sanitas, utilizando la Acción de Oro para frenar la compra o revocando la concesión administrativa. Pero la clave está en la imagen transmitida, y en el hundimiento del llamado modelo Alzira en la región, una decisión que, por cierto, da argumentos a una izquierda, que si bien está completamente hundida, puede renacer en cualquier momento.

 

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