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14
Jun
2013
Gran Hermano 14 (GH 14): Expulsión de Juan Carlos, Nacho y Álvaro, entrevistas con Mercedes Milá y el programa lidera con holgura en share social PDF Imprimir E-mail
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Gran Hermano regaló a los fans una semifinal de auténtico vértigo

Después de cuatro meses de estar viendo un programa hecho sin ganas, pendiente del share y sin expectativa alguna de mejora, por fin el concurso más longevo de la televisión despertó de su letargo, y lo hizo a lo grande: con una espectacular semifinal en la que la estructura volvió a ser la de una gala de Gran Hermano, con expulsiones, incertidumbre, y una presentadora disfrutando del formato, algo que no veíamos desde, hace al menos, tres años.

Por fin Gran Hermano regresó y lo hizo con una Gala que pasará a la historia del formato, no tanto por lo que sucedió, sino por cómo se contó. Emoción, videos divertidos y una presentadora que demostró por qué ella sigue siendo el alma del programa (dentro de un rato profundizo en todo esto).

Y en medio de esta gala de vértigo, tres expulsiones para conocer a los “tres finalistas más uno”, como les llamó Mercedes Milá, de una edición con demasiados concursantes (enorme el momento desalojando el sofá para dejar claro que se habían equivocado, y mucho, en la forma de plantear el juego).

La presentadora comenzaba la Gala haciendo algo que no había hecho desde GH 1: enseñar un guión de 66 páginas con todas las posibilidades de gala (luego hablo de ello, porque la estructura de la escaleta estaba hecha para cambiar según el tercer expulsado). Y es que esa es una de las principales características de este programa: la incertidumbre, la emoción. En este programa tiene que funcionar la inmediatez, porque, y el miércoles tuvimos una prueba de ello, todo puede cambiar en muy pocos minutos. La emisión 24 horas hace que todo se sepa de forma rápida, y que no sirva de nada esconder vídeos para las galas. Gran Hermano tiene que funcionar, mutatis mutandi, como un informativo, pegado a la actualidad de la casa, y cambiando lo que haya que cambiar según lo que ocurre dentro. El programa tiene que comenzar como un folio en blanco que van escribiendo los concursantes, y no como una sucesión de tramas prefabricadas o inducidas por redactores y psicólogos. Sólo así se mantiene el interés de la audiencia, sorprendiéndose en cada momento, y de los propios responsables del programa, que se esforzarán por hacer el más difícil todavía.

Y la respuesta de la audiencia la conoceremos mañana, pero de momento, en share social, la cosa pinta muy bien: el programa lideró con holgura durante toda la noche, siempre por encima del 60% de share social, y con picos de casi el 90%. Cuando las cosas se hacen bien, generalmente el público responde, y, al menos en redes sociales, eso quedó demostrado.

Y a las pruebas me remito: escaleta de auténtico vértigo que comenzaba a las once de la noche con la expulsión de Juan Carlos. El concursante madrileño salía de la casa de Guadalix tras pasar sus últimos minutos con Susana, Nacho y Desi, los otros tres nominados de la noche y con un porcentaje altísimo que no se hizo público.

Nada más salir de la casa, la presentadora abría teléfonos durante quince minutos para expulsar al segundo concursante de la noche, Nacho, algo que sucedía a las once y cuarto de la noche. Con el baloncestista (o algo parecido) fuera, volvían a abrirse los teléfonos, para cerrarse quince minutos después. En ese momento, y ya conociendo el programa el nombre del expulsado, la escaleta cambió (probablemente, si el expulsado hubiera sido Desi, Susana o Igor, en ese mismo momento se hubiera producido la tercera expulsión de la noche, para tener tiempo suficiente en plató para una entrevista potente. Como el nombre elegido por la audiencia fue el de Álvaro se optó por que la expulsión llegara algo más tarde).

A las once y media entraba en plató Juan Carlos, para enfrentarse a una entrevista muy diferente a la primera: la presentadora, con toda la razón, le acusaba de mueble y le contaba lo del tuit de Ikea. Y es que Juan Carlos sólo ha despertado, literalmente, en la última semana, cuando ya estaba más que sentenciado por el voto susargista. Lo más destacado de la entrevista, el enfrentamiento con la madre de Igor, en el que el madrileño tartamudeó más de lo habitual.

A medianoche la presentadora abría el último sobre de la noche, y lo hacía para dejar el que, probablemente, haya sido el momento de la noche: Mercedes Milá daba el nombre de Álvaro y el plató enmudecía por completo al no dar crédito a lo que ocurría. El pollito volador entraría (bajando con cuidado las escaleras), a la una y cinco de la noche, y siendo recibido como un ganador por el público, los familiares y sus propios compañeros.

Pero antes, a las doce y cuarto, Nacho entraba en Fuencarral. El concursante más alto de las catorce ediciones dejó una entrevista cargada de sorpresas, sobre todo en la primera parte: el concursante reconoció haber exagerado algo sus cualidades con el balón de baloncesto para entrar en la casa, y recibió una emotiva llamada de su hermana, que no estaba en plató porque le estaban dando quimioterapia (sorprende y da ánimos para seguir viendo este programa que Nacho en ningún momento comentase esta circunstancia dentro de la casa. El chico prefirió usar sus armas de convivencia en lugar de buscar el voto fácil de la lágrima. Cuánto tienen que aprender sobre esto muchos de los que ocupaban el banco de ex concursantes, capaces de vender lo que sea necesario para tener un Deluxe o una portada. Sin duda alguna, si lo hubiera contado tendríamos un claro finalista dentro de la casa, pero prefirió llegar hasta la semifinal por sus propios medios. Enhorabuena).

Como decía, a la una y cinco entraba Álvaro, y lo hacía para enfrentarse a su segundo paso por la casa de Guadalix (del primero tan sólo se mencionaron las impresionantes cicatrices que luce el concursante en sus brazos). Vídeos con Desi, divirtiéndose en las pruebas y la noche del terror fueron algunos de los asuntos tratados en una entrevista muy amable en la que la presentadora calificó a Álvaro como buen jugador.

La noche de vértigo terminaba con música: una sorprendente nueva versión de El Tiburón (cómo está la música, madre mía), servía de preludio a la despedida de los tres expulsados de la casa, una despedida mucho menos falsa que gran parte de las vividas durante estos cuatro meses, y en la que las buenas palabras (sobre todo a Desi y Susana), sonaron sinceras.

 

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